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El edificio del Santuario Celestial (página 2)




Enviado por Leroy E. Beskow



Partes: 1, 2

Sin embargo, en Hebreos 6:19,20, ese "velo" del
santuario o trono, es el velo de los dos lugares santos, porque
el "trono" celestial es "santuario" y a la vez "santísimo"
(Ya hablaremos de la expresión ta hagia. Por eso,
en un lugar Elena G. de White lo emplea para los dos lugares
celestiales[28]y sin contradecirse, en otro,
sólo para el
santísimo[29]

Tampoco hay una contradicción cuando Pablo
compara el santuario terrenal con el celestial, en el
capítulo 9 de su carta a los Hebreos. Allí, el
"altar (dsiumiasterion) o "incensario de oro" del
terrenal lo presenta en el "Lugar santísimo"; y al
tabernáculo lo separa en dos tiendas (9:6,7). Mediante un
juego de palabras, el apóstol nos enseña que
mientras exista un santuario que tenga un lugar santo real
(próten skenén), no se manifestará
abiertamente el santuario celestial donde ambos ministerios se
realizan a la diestra de Dios. Pablo no está aquí
ni con los que sostienen que él habla de una parte del
terrenal con otra del celestial, llamado santísimo, ni
tampoco con los que afirman que habla de los dos lugares
terrenales con dos celestiales. El versículo 8 no debe ser
separado de los dos versos anteriores. Por lo tanto, el mensaje
que da llega a tener un doble sentido: Un primer
tabernáculo (próten skenén) y lugar
santo, y un segundo (deutéran) tabernáculo
o santuario y lugar santísimo.

Habla de ambos tabernáculos como una parte de la
división (9:6,7) y a la vez como un todo (9:8). Es decir,
que el terrenal y el celestial cumplen el ministerio de
salvación en dos fases, pero en el segundo
(deutéran), el celestial, como un todo. En este
último, sólo se cumple en el santísimo
porque es el centro de intercesión desde los días
de Adán y Eva, y de expiación o de juicio desde
1844.[30]

Esta enseñanza de Pablo nos ayuda a entender por
qué la entrada al lugar santo en Hebreos 9:3,4 llega a ser
el "velo", cuando en la Biblia sólo hay "velo" para el
santísimo. Entonces coloca el altar del incienso en el
santísimo, porque en el cielo, el primero y el segundo
tabernáculos están en el trono o santísimo.
Luego cierra su revelación diciendo: "Dando el
Espíritu Santo a entender con esto […] el camino al
ta hagia —que veremos que significa santos,
santuario y santísimo (Heb. 9:8)—. Y como para
trasladar todo lo del santo al santísimo sólo se
requiere la eliminación del "velo", luego dice:
"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el
ton hagíon [santuario del cielo…] por el camino
nuevo y vivo que él nos abrió a través del
velo, esto es, de su carne" (10:19,20).

Cristo dijo que es "el camino" (Juan 14:6) y el "velo" o
"puerta" (10:9). Por eso es el único que tiene "la llave
de David" (Apo. 3:7,8). Cuando él cierra la puerta, impide
el camino al Padre; cuando la abre inicia el camino "para abrir
todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener
libre acceso a Dios"[31]. Si Cristo es el
"camino", se entiende que es un camino espiritual; y si
también es el "velo", es porque éste realmente no
existe. Por eso Elena G. de White escribió: "Cuando Dios
rasgó el velo del templo […] un camino nuevo y vivo,
frente al cual no cuelga ningún velo, se ofrece a
todos"[32]. Aquí tenemos la correcta
interpretación de Hebreos 10:19,20, y la
explicación de ese doble sentido que le da el
apóstol en Hebreos 9:6-8.

Esta revelación también explica por
qué en Hebreos 6:19,20, el "velo" singular llega a ser dos
para el santísimo celestial (9:3). Simplemente Cristo abre
desde entonces con derecho, o inicia (egkainizo), ambos
ministerios —el primero el año 31, y el segundo en
1844— a la diestra de Dios. ¿No lo venía
diciendo Pablo en el capítulo 8 con claridad
meridiana?

Aunque se elimine el primer tabernáculo o lugar
santo (prote skenén), el celestial sigue siendo
"santuario", no porque se corrió el "velo", pues en este
caso seguiría existiendo dos departamentos, sino porque el
"trono" es el "santuario" de una habitación
(ma"own) singular (2 Crón. 30:27; Deut. 26:15;
Sal. 26:8); un aposento (zebul) singular (Isa. 63:15);
un "lugar" (yashab) singular (2 Crón. 6:33,39) y
una "sala del trono" en singular[33]Y si el trono
es el santuario, entonces es "la habitación [singular] de
su santuario" (2 Crón. 30:27). En este último
pasaje Moisés habla de hechos pretéritos, por lo
tanto el santuario celestial siempre tuvo una sola
habitación (Jer. 17:12).

Así como Juan llegó a comprender que lo
que había visto en sus primeras visiones no era todo real,
Elena G. de White entendió, después de un tiempo,
que el velo o puerta del templo celestial tampoco era real. Por
eso escribió: "Fue la luz que me dio Dios la que
corrigió nuestro error"[34]. Y así
como el velo terrenal protegía a los pecadores de la
gloria divina, este "velo" nos salva de la condenación de
la Justicia del trono. Por eso Cristo dijo: "Yo soy la puerta; el
que por mí entrare, será salvo" (Juan 10:9).
Sí, Cristo es la "puerta de Jehová" (Sal.
118:20).

Como todavía hay muchos que creen que las puertas
de Apocalipsis 3:7,8 son reales, la sierva del Señor
aclara que estos pasajes que se refieren a la iglesia de
Filadelfia, antes de 1844, se aplican "a la iglesia
correspondiente al tiempo en que ellos mismos
vivieron"[35]. Luego ella habla del tiempo cuando
Jesús estaba con "los judíos", 1813 años
antes de 1844; y como al ascender al "santuario celestial", "la
puerta por la cual los hombres habrían encontrado antes
acceso cerca de Dios, no estaba más abierta […] La
puerta estaba cerrada para ellos"[36]. Y en 1889
dijo que "el cristiano puede cerrar esa puerta
complaciéndose en el pecado o rechazando la luz del
cielo"[37]. Y por último, ella nos dice a
nosotros hoy: "Su mano aún se extiende para salvar,
entretanto que se cierra la puerta para los que no querían
entrar"[38].

Si esta "puerta" fuera real, se habría cerrado
1813 años antes de 1844, para cerrarse otra vez en los
tiempos de la iglesia de Filadelfia; otra vez en 1844;
seguiría abierta y cerrada al mismo tiempo en 1889 y en el
momento en que Ud. lee este estudio. Por eso, ella
escribió: "Cristo había abierto la puerta, o
ministerio
, del lugar santísimo"[39].
La puerta" del santuario celestial es en realidad el cambio a
otro "ministerio" de Cristo.[40]

Al referirse a la última visión de Juan,
cuando vio el verdadero templo de Dios, ella escribió: "No
vi templo [figurado] en ella; porque el Señor Dios
Todopoderoso, y el Cordero son el templo de ella". El pueblo de
Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el
Padre y el Hijo […] entonces: le veremos [al Padre] cara a cara
sin velo que nos lo oculte"[41]. Por lo
tanto deja bien en claro: "Un camino nuevo, frente al cual no
cuelga ningún velo, se abre a
todos.[42]

Por supuesto, estas revelaciones nos llevan a
formularnos unas cuantas preguntas que no he contestado, pero que
lo haré cuando exponga la última
posición."

7° DURANTE EL REINO DE LA GRACIA, EL SANTUARIO
CELESTIAL TIENE SU LUGAR SANTO FIGURADO EN LA IGLESIA DE DIOS
TERRENA. TODOS SON SACERDOTES Y MINISTRAN HACIA EL "VELO" O
CRISTO, QUE ESTÁ EN EL LUGAR SANTÍSIMO REAL.
ÉSTE ES "EL TRONO DE LA GRACIA" HASTA 1844, Y
TAMBIÉN EL "TRONO DE JUICIO" DESDE ENTONCES. EN EL REINO
DE LA GLORIA, EL LUGAR SANTO —QUE ACTUALMENTE SE MINISTRA
EN EL TRONO O TEMPLO REAL— SE EXTENDERÁ HACIA LOS
SANTOS QUE ADOREN FRENTE AL TRONO; SIRVIENDO TODOS COMO
SACERDOTES EN EL LUGAR SANTO REAL, QUE ESTARÁ EN LA CALLE
DE LA CIUDAD. ENTONCES EL TEMPLO TENDRÁ DOS LUGARES
REALES, DE ACUERDO A LAS PROPORCIONES DADAS A MOISÉS; Y EL
SANTUARIO COMPLETO ABARCARÁ TODA LA SANTA CIUDAD: "HE
AQUÍ EL TABERNÁCULO DE DIOS CON LOS
HOMBRES".

Al principio, nuestros estudiosos hablaban de dos
departamentos. Pero, debido a que nuestra verdad es progresiva,
después se prefirió emplear la expresión
"fases". Este cambio se debió a que poco a poco los
investigadores vieron el error de interpretar muchos
símbolos por realidades, llevándolos a encontrarse
con una serie de contradicciones, entra las cuales podemos
destacar las siguientes:

REVELACIÓN A

REVELACIÓN B

1. La entrada al lugar santo celestial es un
"velo" que Jesús "levantó" para entrar.
"Jesús levantó el segundo velo y pasó
al lugar santísimo" (Heb. 9:3; 10: 20).

1. La entrada al lugar santo del cielo es una
"puerta". También es una puerta la que da al
santísimo. Ambas se cierran y se abren con "la llave
de David" (Isa. 22:22; Apoc. 3:7,8). Las cortinas no se
cierran con llave, ni se las confunde con
puertas.

2. Antes de 1844 el santísimo celestial
estaba cerrado por una puerta que nadie podía abrir.
Después se cerró la del santo y se
abrió la del santísimo con "la llave de
David" (Isa. 22: 22; Apoc. 3:7,8).

2. Si se cerrara uno de los dos departamentos
celestiales, la ciudad santa necesitaría de la luz
del sol y de la "luna que brillen en ella", porque la
gloria de Dios no podría salir del trono-templo
(Apoc. 21:23). En verdad veremos al Padre y al Hijo "sin
velo que nos lo oculte,"[43] porque el trono
no tiene puerta y "no cuelga ningún
velo".[44]

3. El lugar santo está delante del
santísimo, y se puede entrar en este último
"levantando" un "velo" o abriendo una "puerta" (Apoc. 3:7,
8).

3. El lugar santo está en "la ciudad
allá abajo".[45] Y para llegar al
santísimo hay que viajar "a lo alto", "aleteando
para recorrer la trayectoria vertical",[46]
sobre un carro de fuego o nubes de ángeles (Dan.
7:13; Mal. 3:1).[47]

4. El departamento del cielo donde Jesús
ministró hasta 1844, está iluminado por medio
de "siete candeleros de oro" (Apoc. 2:1).

4. En su última visión Juan no vio
los "siete candeleros" delante del trono, porque su luz
representa al "Cordero", que es "la luz del mundo" (Apoc.
21:22; Juan 8:12). El aceite que corría en ellos, al
Espíritu Santo (Zac. 4:1-6); y el candelabro, a los
santos que portan la "luz" de Cristo (Apoc. 1:20; 2:5). Por
eso Juan vio también los candeleros en la tierra
(1:9,12,13). Delante del trono o santísimo hay un
lugar que "no tiene necesidad de luz de lámpara"
(22:5), porque "Dios la ilumina, y el Cordero es su
lumbrera" (21:23). Es el lugar santo. Y no es un lugar
cerrado, porque allá está "la calle de la
ciudad" (platería) (21:21;
22:1,2).

Si el lugar santo celestial necesitara de la
iluminación de lámparas de aceite, no
sería apropiado para mantener con vida a los
"cipreses, pinos y bojes" y otros vegetales (Eze. 47:12)
que Isaías menciona "para decorar el lugar de mi
santuario" (Isa. 60:19, 13,14).

5. En el lugar santo celestial Cristo da
órdenes a los ángeles dentro del altar de
oro, "entre los cuatro cuernos" (Apoc. 9:13;
8:3).

5. En el cielo no hay un altar desde donde se dan
órdenes; ni existe, porque representa "las oraciones
de los santos" que suben al trono desde la tierra (Apoc.
8:3,4; Sal. 141:2). El incienso sube perfumado gracias al
Cordero (9:13; 21:22). Y se oye a Cristo hablar desde los
cuernos de ese altar, porque él es cada uno de esos
"cuernos" (Sal. 18:2; 112: 9; 132:27; Luc. 1:69; Apoc.
9:13).

6. En el lugar santísimo celestial, Cristo
oficia vestido con los ropajes del sumo sacerdote terrenal
(Eze. 10:2),[48] humeando el incienso del
incensario frente al arca, hacia el Padre que está
arriba, "sobre el arca".[49]

6. En el santísimo celestial Cristo oficia
vestido de "gloria" (Juan 17:5; Isa. 6:1; Eze.
1:26-28);[50] y no delante del arca, sino
directamente "en lo alto" (Sal. 102:19; Isa. 6:1), en el
trono "a la diestra" de Dios (Heb. 8:1; 1:3,13; 10:12;
12:2; 1 Ped. 3:22); es decir "a su lado" "como sacerdote"
(Zac. 6:13).[51] A veces se levanta y obra
parado (hestóta) (Hech. 7:55) delante del
Padre (Mat. 10:32; Heb. 9:24).

7. Además de humear el incienso, Cristo
rocía "sangre" sobre el propiciatorio, que
está debajo del trono.[52]

7. En la realidad, Cristo "ofrece" su sangre
sentado "al lado" (pará) del Padre (Heb.
8:1; 9:12),[53] mostrando en sus manos "los
estigmas de su
crucifixión".[54]

8. Sobre el arca, que está debajo del trono
Hay dos querubines "de oro
purísimo".[55]

8. En la realidad, el "propiciatorio" es "el trono
de la gracia", donde está el Padre sentado. No tiene
esculturas de oro, sino querubines reales, uno de los
cuales fue "Lucifer" antes de su caída.

9. Dentro del arca está "el vaso de oro con
el maná, la florida vara de Aarón y las
tablas de piedra".[56]

9. Estas cosas del desierto no están en el
cielo, pues el arca fue escondida "en una cueva […] Esa
arca sagrada está todavía escondida. No ha
sido tocada desde que fue puesta en
recaudo".[57]

10. El trono está sobre una
expansión y sobre el "arca", frente al cual
Jesús ministra entre "cuatro seres y "ruedas"
vivientes (Eze. 1:26,5, 15; 10:1).

10. El verdadero y único trono esta "encima
de la ciudad, sobre un fundamento de oro bruñido",
de donde sale el río "de agua de vida" y corre por
en medio de la calle de la ciudad

(Apoc. 22:1).[58]

11. Del santuario celestial nacen dos ríos
que llegan hasta el "Arabá" y entran al "mar". A
cada lado hay árboles frutales "para medicina" (Ver
Eze. 47:1-12 con Apoc. 22:1,2).

11. Del trono-santuario nace un solo río,
que corre por en medio de la calle de la ciudad, y termina
antes de llegar a la puerta del muro que comunica
directamente el "mar de vidrio" con la "calle de la ciudad"
(Apoc. 22:1,2).

12. El santuario celestial es un
"tabernáculo" o "tienda que no será
desarmada, ni serán arrancadas sus esta-cas"
(Isa.33: 20). Por eso estará en "la nueva
Jerusalén" (Apoc. 21:1-3).

12. El verdadero santuario del cielo es el "trono"
(Jer. 17:12; Isa. 6:1; Sal. 11:4; Zac. 6:13; Apoc. 16:17).
Y no es una tienda, sino una "casa" (Isa. 6: 1,4; Eze.
43:6,7); un "edificio" eterno (2 Cor. 5:1; Sal.
78:60,69),[59] y muy "alto", a manera de una
"torre" (Miq. 4:7,8. Ver Sal.
78:69).[60]

Una vez que entendemos que no todas las descripciones
que se dan del santuario celestial pueden ser reales, porque nos
encontraríamos con serias discrepancias, es necesario que
hagamos una reunión de todas estas informaciones para
darles cierto orden. Y así podemos descubrir que
así como el santuario terrenal pasó por tres
grandes períodos, sus características tienen como
objeto ilustrar lo celestial (el cuarto período),
trasladando cada uno de ellos ante el trono para que obtengamos
importantes enseñanzas.

Cuatro descripciones
inspiradas del Santuario Celestial

Muchos quedan confundidos al leer las
descripciones que la Biblia da del santuario de Dios. A veces es
una carpa donde se habla de cortinas y un velo, otras veces es un
edificio con una puerta como entrada para el lugar santo, y un
velo para el santísimo, etc. Lo que debemos tener en
cuenta es que hay cuatro descripciones del santuario, que
describen tres períodos por los cuales pasó en esta
tierra, y un cuarto en el cielo.

Los tres primeros sirven de ilustración para
señalar al celestial. Por eso no nos sorprendamos si se
describe el santuario del cielo como una tienda: "Tus ojos
verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda [ohel]
que no será desarmada, ni serán arrancadas sus
estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota" (Isa.
33:20). Eso también describe en una parte Elena G. de
White, que al principio la confundió, pensando que los dos
velos que Jesús abría eran reales, cuando el objeto
era mostrar que lo terrenal era para ilustrar lo
celestial.[61]

El segundo período del santuario terrenal se
inició cuando los hebreos se instalaron en
Jerusalén. Entonces ya no era una tienda, sino un "templo"
o "casa" de piedra (1 Rey. 6:7,17). Y ya no eran dos velos, sino
una puerta y el velo del santísimo. Y el templo se
rodeó de edificios para las distintas actividades del
sacerdocio, que terminaron llamándole "ciudad", como la
ciudad celestial (Eze. 10:2,3). Esa ciudad-santuario fue
creciendo hasta transformarse en una gran ciudad cuadrada donde
todos los creyentes serían sacerdotes. Ese es el caso del
templo-ciudad de Ezequiel, que Dios sabía que nunca se lo
iba a edificar, y que le llamó "Jehová Sama
("Jehová allí: Eze. 48:19, 29-35).

El tercer período del santuario terrenal se
inició cuando el Señor rasgó "el velo del
templo" de Herodes (Mat. 27:51), "para demostrar que los
servicios del santuario terrenal habían acabado para
siempre"[62]; y al tercer día de su muerte,
Cristo inició, entonces con autoridad, el ministerio de la
gracia del celestial (Juan 2:19,20). Las descripciones
físicas que se dan ahora son variadas, porque buena parte
de ellas tienen un sentido figurado. Los creyentes son todos
sacerdotes espirituales que forman el lugar santo como piedras
vivas; como portadores de la luz de Cristo, que está entre
los candeleros, y forman el altar del incienso. Es donde Cristo,
con la forma de cuatro cuernos de ese altar y el perfume del
incienso, nos presenta ante el Padre que está en el
santísimo en la santa shekinah. Así se
ilustra la obra real de Cristo, a la diestra del Padre, mostrando
las huellas de la cruz (1 Ped. 2:4-10; Heb. 8:1-6).

Pero en las revelaciones finales del Apocalipsis, Juan
no ve ese templo con puertas, lámparas, incienso y el arca
de la Ley. Es cuando Dios revela el cuarto período del
santuario de Dios. Al no ver lo anterior, Juan piensa que el
templo no existe más, pues sabía muy bien que el
trono de Dios es el templo (Apoc. 16:17). Pero el Señor le
hace saber que todo lo que había visto antes era un
símbolo de la obra de la Deidad en el trono (Apoc. 21:22).
Y como dijo Ezequiel, al ver que el santuario se transformaba en
una gran ciudad, Juan entonces ve el trono en medio de la ciudad,
que desciende a este mundo, y se le anuncia: "He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres" (Apoc. 21:3).
Así entendió por qué el salmista cantaba que
"la ciudad de Dios [es], el santuario de las moradas del
Altísimo" (Sal. 46:4).

Las medidas del
Santuario que está en el cielo

Para saber cuáles son las medidas del santuario
del cielo, debemos tomar nota del "modelo" terrenal que
servía de figura y modelo en "miniatura" (Éxo.
25:9,40; 26:30; Heb. 8:5) del celestial. Las medidas están
registradas en Éxodo 25-27; y estas proporciones
confirmadas en Ezequiel 40:47; 41:4,13,14. El "modelo" completo,
es decir el tabernáculo con el atrio, medía 100
codos de largo por 50 de ancho (Éxo. 27:18). Estaba
formado por dos cuadrados iguales unidos de este a oeste, de 50
codos por lado —En el templo de Ezequiel el cuadrado es de
100 codos por 100 porque las proporciones son el doble(. En medio
del cuadrado oriental se encontraba el altar del sacrificio; y en
medio del cuadrado occidental el lugar santísimo de la
tienda, que medía 10 codos por lado. Es decir que sus
lados tenían una medida cinco veces menor que el ancho del
atrio (10 codos de 50 codos en la tabernáculo de
Moisés, y 20 de 100 en el templo de Ezequiel.

Delante del santísimo estaba el lugar santo de la
tienda, con el mismo ancho del santísimo, pero de 20 codos
de longitud. Esto significa que estaba ubicado exactamente entre
el segundo velo y la raya imaginaria que unía los dos
cuadrados del atrio[63]

El cuadrado oriental representaba la obra que Cristo
realizaría en la tierra para nuestra salvación. La
sangre derramada sobre el altar del holocausto, sería la
del "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Juan
1:29). Cuando se entraba levantando la cortina que da al lugar
santo, que al mismo tiempo se entraba al cuadrado occidental del
atrio del tabernáculo, se lo hacía para representar
la obra que Cristo iniciaría para mediar con autoridad a
la diestra del Padre (Heb. 8:1,6; 4:16). Por eso, la pluma
inspirada dice que este primer "velo, que formaba la entrada y
separaba el lugar santo del atrio exterior, representaba la obra
y el servicio que dio principio Cristo al ascender al
cielo
"[64].

Como veremos, llegar a saber cuáles son las
medidas del santuario del cielo, es tarea relativamente sencilla.
Como entendemos, el "templo" celestial es el "trono", y el
santuario completo la santa ciudad con sus "atrios". Puesto que
el trono es el antitipo del lugar santísimo terrenal,
sólo basta que cambiemos el cuadrado del lugar
santísimo por la palabra "trono". Estamos de acuerdo que
con esto surgen algunos interrogantes, como por ejemplo:
¿Qué hacemos con el cuadrado oriental del atrio,
donde estaba el altar del sacrificio y el lavatorio? Vayamos a la
Revelación.

Pablo y Judas nos dicen que el tabernáculo de
Moisés era tipos (ejemplo, modelo, figura),
hypodeigmati (ilustración, ejemplo),
skia (sombra) y parabolé o
parábola del celestial. Por lo tanto, en parte era una
ilustración y en parte una miniatura exacta del
celestial.

Los Testimonios nos dicen:

"Los dos lugares santos hechos a mano, habían de
ser "figura del verdadero", "figuras de las cosas celestiales"
(Heb. 9:24,23), es decir, una representación, en
miniatura, del templo celestial
[…] Dios presentó
ante Moisés en el monte una visión del santuario
celestial, y le ordenó que hiciera todas las cosas de
acuerdo con el modelo que se le había
mostrado"[65].

Por lo tanto, necesitamos determinar qué es
parábola y qué es "miniatura". Ya sabemos que el
santuario original era una "tienda". Pero la santa ciudad no es
una tienda, por lo tanto eliminemos la tienda como modelo. Las
paredes del tabernáculo eran de madera forrada con oro;
pero el celestial es una "casa no hecha de manos, es decir, no es
de esta creación" (Heb. 9:11). Entonces, eliminemos estas
paredes.

El altar del sacrificio y el lavatorio eran
santísimos porque representaban a Cristo, "el Santo
de los santos". Lo mismo ocurre con todos los demás
muebles del santuario (Apo. 21: 22), por eso se les llamaba
qodesh qodashim. Así que debemos poner el
candelabro, la mesa de la presencia y el altar del incienso
directamente en el Qodesh qodashim ante el Padre. Y por
último, eliminemos el "arca del testimonio" porque
allá no estará, ni se hará otra. En su lugar
está el "Trono de Jehová" En Jeremías 3: 16,
17 se nos dice con toda claridad.

Ahora sólo nos quedan las medidas del
plano de los lugares santos, con el atrio del
tabernáculo. Y esto es lo que nos resta como modelo en
miniatura. Pero pronto nos resistimos, porque en el lugar santo
de la tienda terrenal no había una "calle de la ciudad"
con un río y árboles. Pero, ¿no hemos visto
que no todo es una "miniatura"? ¿Recuerda que Daniel vio,
entre los símbolos de la visión del juicio
celestial, un "río" que reflejaba la gloria del trono como
"fuego"? Escribamos, pues, la palabra "trono" en el
santísimo, y comparemos los planos del terrenal con el
celestial, mientras leemos estas declaraciones inspiradas:
"Tienda [tabernáculo] que no será desarmada
[…] lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el
cual no andará galera de remos, ni por él
pasará gran nave" (Isa. 33:20,21). "Del río
sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el
santuario
[…] Dios está en medio de ella" (Sal.
46:4,5).

. "La gloria del Líbano vendrá a ti,
cipreses y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi
santuario
[…] El sol nunca más te servirá de
luz para día, ni el resplandor de la luna te
alumbrará, sino que Jehová te será por luz
perpetua" (Isa. 60:13-19). Podemos ver, entonces, por qué
el lugar santo celestial no es una habitación cerrada que
necesita del candelabro para alumbrar; y por qué el
santuario celestial es "más amplio", como dice Pablo. En
el libro donde todos los libros se encuentran, el Apocalipsis, se
nos revela que la ciudad-santuario "se halla establecida en
cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él
midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la
longitud, la altura y la anchura de ella son iguales" (Apoc.
21:6). El estadio medía unos 183 metros, lo que nos
daría unos 2.200 kilómetros por lado. Sin embargo,
no se nos dice si 12.000 es un número literal o figurado.
En este último caso sería "doce", número de
la plenitud de "la tierra de Israel" (Éxo. 24: 4; 28:21; 1
Rey. 18:31; Eze. 47:12,13; 48:19); y "mil", que representa
abundancia, mucho, número incontable (Deut. 7:9; 1
Crón. 16:15; Sal. 105:8; Ecle. 6:6; 7:28; Apo. 7:4-8;
11:13; 14:13,20). Es decir que 12.000 estadios nos
hablarían de una ciudad muy grande, cuyos lados son
isos (iguales), por eso es cuadrada.

En la representación del santuario celestial que
da Ezequiel, la ciudad-santuario mide "cuatro mil quinientas
cañas" por lado; rodeada por un muro que tiene "tres
puertas" por lado, como la descripción en el Apocalipsis
(Eze. 48:30-35). En este caso, la altura del trono tendría
13.500 metros, como los lados de la ciudad.

Sin embargo, aunque no podemos saber la medida exacta de
la ciudad, sí podemos saber cuáles son las
proporciones. El ancho, el largo y la altura son iguales
(isos). Pero necesitamos saber qué quiere decir
aquí el apóstol con la expresión "altura"
(hypsos), ya que esta palabra es usada en el N.T. para
referirse también a la parte más alta o cima (Efe.
3:18: Sant. 1:9). En este caso tenemos la orientación de
la pluma inspirada, cuando escribió que "el trono alto" lo
vio "muy por encima de la
ciudad"[66].

La altura de los muros es de 144 codos, es decir que, si
la medida es literal, sería sólo de unos 65 metros.
Debemos tener en cuenta que cuando en la medición del muro
o de una puerta del santuario, los profetas no especifican el
sentido de la medición, se refieren a la altura o medida
mayor (Eze. 41:5). Esta diferencia tan marcada que existe entre
la altura de los muros y el trono, nos muestra claramente el
error de muchos que creen que la santa ciudad es un cubo. Por
creer en este error tan común, un destacado teólogo
nuestro llegó a la conclusión de que la ciudad y el
edificio del trono no pueden ser reales. Por eso dijo que la
"santa ciudad" es el lugar santísimo sobre la
tierra, el trono de Dios. Esto trasciende la necesidad de tener
cualquier templo local". Pero Elena G. de White ya nos
advirtió de este error.

Algunos comentadores creen que la altura no es
"igual" sino proporcional. En este caso el largo de la ciudad
no sería "igual" sino proporcional a su ancho, por
lo tanto no sería cuadrada. Pero Dios no nos ha
dado autorización para cambiar su Palabra. Otros
comentadores dicen que la altura es igual al perímetro, no
a los lados de la ciudad. Pero cuando la Biblia da las medidas
del santuario de Moisés, el "modelo"; y de la
ciudad-santuario de Ezequiel, que es otra ilustración del
celestial, siempre que habla de longitud y anchura, las medidas
son de cada lado. Cuando se refiere al perímetro, se habla
de su "alrededor" (cabyb).

En la ciudad-santuario de Ezequiel se miden dos veces
largo por ancho y da "cuatro mil quinientas cañas" (Eze.
48: 16, 30-34). Y una vez "en derredor" (cabyb), y da
"dieciocho mil cañas" (Eze. 48:35), es decir una medida
cuatro veces mayor. Por lo tanto, los que creen que la altura del
trono celestial es la misma medida que la del perímetro de
la ciudad, no tendrían que hablar de 3.000 estadios sino
de 48.000, que es cuatro veces mayor a 12.000.

Los 12.000 estadios de la altura del trono, explican por
qué cada vez que Cristo se traslada de la calle de la
ciudad al trono-templo, no lo hace subiendo por una escalera,
sino sobre una "nube" de ángeles que lo ascienden
verticalmente (way upward)[67] hasta la
"sala del trono" (Dan. 7:13; Mal. 3:1; 2 Crón.
30:27)[68] Esta altura del trono estaba
representada por la columna de nube, que se posaba sobre el
propiciatorio (Lev. 16:2) y sobre el tabernáculo, en la
parte llamada "la tienda del testimonio" o lugar santísimo
(Núm. 9:15; 10:11; Éxo. 13:21; 14:19,21,24; 33: 9,
10, etc.), y tenía como propósito poder alumbrar al
pueblo desde una parte elevada, así como lo hace Dios en
medio de la santa ciudad (Sal. 46:4,5; Isa. 24:23; 30:26; 60:19;
Apoc. 21:23; 22:5). La "sala del trono" o "habitación"
(singular) del santuario celestial, está en "lo alto de su
santuario"-trono (Sal. 102:19), porque su "morada" está en
lo "alto" (Jer. 25:30), como un "monte [templo] muy alto" (Eze.
40:2). Por eso la gloria de Dios ilumina la ciudad y sus
alrededores. Y, lógicamente, siempre ilumina desde un
lugar muy alto, para no encandilar a los santos ? lamento que en
los dibujos del cielo no se haya tomado esto en
cuenta.

Delante de la base cuadrada del trono o
santísimo, se encuentra "la calle de la ciudad"
(platería). Esta expresión griega nos
indica una calle muy ancha, atrio o plaza. Siguiendo al "modelo",
tiene que tener el mismo ancho que la base del trono, que era
cinco veces menor al ancho del atrio, es decir 2.400 estadios.
Entonces, el largo tendría 4.800.

Ahora nos queda por ver qué es ese atrio externo
de la ciudad, donde en el santuario terrenal se encontraba el
altar del holocausto. Algunos comentadores creen que en el cielo
no tiene que estar, porque dicen que Dios ordenó que no se
lo midiera, sino que se lo diera a los gentiles (Apoc. 11:1,2).
Pero esta teoría no está de acuerdo a la
Revelación. El "patio" "fuera del templo" que fue dado a
los que no son del pueblo de Dios (11:2), no era el atrio del
altar, sino otro que fue agregado después, sin tener en
cuenta al "modelo" (Eze. 27:9-18). Juan cita a Ezequiel 40 al 48
y a Zacarías 2:1,2 para la medición del santuario.
Y allí se revela que medir y mostrar el diseño de
la "casa", significa mostrar "la ley" de Dios para que los que
buscan al Señor se avergüencen de sus pecados (Eze.
43:10-12).

La orden es mostrar la ley y hacer conocer el
diseño si se arrepienten, por lo tanto no es para los
gentiles, que aquí representan a los que no aceptan a
Cristo (Apoc. 11:1-3). Por eso se ordena medir el templo y el
atrio del "holocausto" (43:10.13-18), "porque el lugar es
santo" (42:13). Lo que no se debe medir es el "atrio
exterior" del terrenal añadido al original, que era
considerado "profano" (42:14,20; 44:19). Por lo tanto, esa
teoría no está con las Escrituras.

Si el atrio del holocausto, llamado también
"lugar santo" (Lev. 6:16,26; 10:13,17; Eze. 42:13; 44:19), no
hubiera sido medido para el santuario del cielo, durante el reino
de la gracia los arrepentidos no podrían ofrecerse en
"sacrificio vivo" para ser lavados en la Fuente de agua viva
(Rom. 12:1). Y en el reino de la gloria, los redimidos tampoco
podrían descender al "mar de vidrio" que está
delante de la ciudad (Apoc. 15:2,3).

Según la Revelación, ese atrio es tan
grande que al estar parado en él parece que se pierde en
el horizonte como un "mar"; y su superficie es tan pulida que da
la impresión de caminar sobre "vidrio"; y es como un
espejo gigantesco que refleja el azul del cielo como un "mar"
calmo. Sobre esta inmensa superficie descenderán los
redimidos antes de entrar a la santa ciudad, y allí
formarán "un cuadrado perfecto" y "hueco", donde Cristo se
ubicará en el centro como el "Cordero" del
holocausto[69]—El altar del holocausto
terrenal también era cuadrado, pero mucho más
pequeño.

Entendiendo el significado de esta revelación,
Elena G. de White escribió más tarde, que la
entrada "separaba el lugar santo del atrio
exterior
"[70]. Ella se refiere aquí al
tabernáculo de Moisés, donde no había
más que un "atrio", el del holocausto (Éxo. 27:9;
38:9). Así que al hacer esta comparación con el
celestial, nos da a entender que la entrada a la santa ciudad es
la entrada a los lugares santos; y esta puerta separa el "mar de
vidrio" del "lugar santo" o "calle de la ciudad". Esto explica
por qué, si el "mar de vidrio" es un atrio exterior, el
"lugar santo" celestial es tácitamente el atrio interior.
Y también por qué los profetas hablan de "atrios"
celestiales en plural (Isa. 62:9; Sal. 84:1,2; 92:13;
96:6-8),[71] a pesar de mantener fielmente el
plano del "modelo" dado a Moisés, que tenía un solo
"atrio".

Monografias.com

Así que la puerta principal de los muros de "la
ciudad de Dios, el santuario de la moradas del
Altísimo" (Sal. 46:4), es la puerta al santuario
celestial. Por eso la Hna. White dijo: "Él podría
conducir al alma humana hasta los umbrales del cielo y mostrarle,
a través de la puerta abierta, la gloria que surge
del interior del santuario celestial, y que resplandece a
través de sus
portales".[72]

De los 12 "portales", hay uno que es "la puerta" que da
directamente al lugar santo celestial. El "mar de vidrio" de
Apocalipsis 15:2-4 es el mismo que el que se lo señala
"delante del trono" en Apocalipsis 4:6. Por eso la
Revelación no habla de "mares de vidrio". La
expresión "delante de" no siempre significa algo "junto"
a, o inmediatamente delante de (4:6; Lev. 4:4-6, 15,17;
Éxo. 40:5; Núm. 17:4, etc.). No es posible que un
profeta confunda el "río" que sale del trono y corre en
medio de la calle de la ciudad, con una superficie tan extensa
como un "mar". Notemos que la calle de oro también es tan
pulida que parece "vidrio" (Apoc. 21:18,21). Sin embargo, los
profetas saben distinguir bien la superficie pulida como "calle"
y no la confunden con el "río" que corre en medio de
ella.

El Templo
Celestial

Sabemos que el trono-templo mide en la visión
apocalíptica 12.000 estadios de altura, pero sólo
2.400 estadios de cada lado en su base. Es decir que su altura es
cinco veces mayor a su ancho; lo que nos lleva a pensar que el
trono es más una torre que un templo común. "Torre"
es, justamente, el nombre que le da el profeta Miqueas (Miq.
4:7,8. Ver Sal. 78:69). Y Elena G. de White, al comparar el
tabernáculo terrenal con el celestial durante los reinos
de la gracia y de la gloria, escribió: "Como torre
del viñedo, Dios puso su santo templo en medio de
la tierra […]. En el tabernáculo y el templo, su gloria
moraba en la santa shekinah sobre el
propiciatorio"[73]. Es decir que el lugar
santísimo terrenal señalaba la "torre" y el "templo
en medio de la tierra", ahora en símbolo, y el celestial
como realidad.

Cuando Isaías se encontraba en el templo
terrenal, de cara al santísimo, vio en visión al
"trono" del cielo. Y al contemplarlo, no pudo ver la parte
superior porque era tan alto que "se elevaba como hasta los
mismos cielos"[74].

No tenemos revelación para saber si las paredes
de la "sala del trono", que está en la parte superior de
este edificio, son traslúcidas o de columnas, entre las
cuales puede pasar la gloria divina que ilumina la ciudad -El
"templo" que vio la Hna. White fuera de la ciudad, dedicado
sólo para el grupo especial de "los 144.000", está
"sostenido por siete columnas"—.[75] Pero
sí podemos saber que no tiene algún velo o puerta
real que lo impida. Alrededor de esta "sala" hay un arco iris
verde azulado (Apoc. 4:3). La mayor parte del cuerpo del
"edificio" del trono es de color blanco plateado
(20:11)[76]; y la base es "un fundamento de oro
bruñido"[77].

Pero "trono" (hebreo kicce", y griego zronos)
no siempre es un "edificio". También es un asiento donde
se sienta la Deidad en la "sala del trono" (Sal. 122:5). Por
ejemplo, cuando la Revelación dice que del "trono" sale un
"río", no dice que sale debajo de un asiento de la "sala".
Y cuando dice que Cristo se sentó "a la diestra", es decir
"al lado" (Juan 17:5; Zac. 6:13. Ver Juan 1:1) del Padre, no
quiere decir que hay dos edificios, uno junto al otro, sino dos
asientos dentro del mismo edificio. Está de más
decir que la Divinidad no se sienta porque necesita descansar
(Isa. 48:28); ni mora en una "habitación" o "morada"
(Éxo. 15:17; Sal. 46:4) porque necesita protegerse de la
lluvia o del frío, sino para que los seres creados puedan
encontrarla en algún lugar. Pero, como ocurrió
cuando moraba en el santísimo terrenal y en la nube, Dios
no permanece todo el tiempo en el mismo lugar (Zac. 2:13; Dan. 7:
3)[78].

Algunos comentadores sostienen que la expresión
"trono de la gracia" (Heb. 4:16), significa "reino de la gracia".
Se entiende que si hay un trono, hay un reino. Pero Pablo
escribió "trono", por la sencilla razón de que
cuando estaba escribiendo por inspiración, no estaba fuera
del reino de Dios. Lo que él necesitaba era acercarse
diariamente al lugar donde Cristo intercede por nosotros para
pedir misericordia. Allí es donde él también
recomienda que se acerquen todos los santos del reino de la
gracia —que ya están en el reino—: "Os
habéis acercado al monte (trono( de Sión, a
la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial"
(Heb. 12:22-24).

La expresión griega hagia, plural neutro
de hagios (santo), que usa Pablo, puede ayudarnos a
entender por qué él dice que entró una vez
para siempre a ese lugar. Esta expresión plural es usada
tanto para referirse a todo el santuario (Heb. 13:11) como a uno
de sus departamentos (9:3,25). En Hebreos 9:8,12;10:19 (ver
Efe.2:6) él señala al celestial como santuario y al
mismo tiempo como santísimo (ta hagia), es decir
como "templo" (naós) y como "trono"
(zronos) de Dios. Recordemos que Moisés llamaba
al santísimo: "santuario" (miqdash-qodesh. Lev.
16:17,20).

Unos 35 años después del
Pentecostés, Pablo dijo que el verdadero "santuario"
(ton hagíon) y "tabernáculo" (tes
skenés
) celestial, está "a la diestra del
trono de la Majestad en los cielos" (Heb. 8:1,2).
Aquí ton hagíon llega a ser el santuario
en el trono o santísimo. Lo mismo ocurre en 9:8,12, pues
en el verso 24 dice: "Porque no entró Cristo en el
hagia hecho de mano […] sino en el cielo mismo
[…] ante Dios". "Cielo mismo" significa "trono"
(Sal. 102:19; Isa. 66:1), donde está Cristo "ante Dios"
mostrando al Padre las señales de la cruz; y no todo el
cielo, como algunos afirman. Todos estamos de acuerdo que el
trono es el lugar santísimo. Pero es el "trono de la
gracia" (Heb. 4:16), y no solo de "juicio" (Prov. 20:8). Ta
hagia
aparece otra vez en 9:25, donde el "sumo sacerdote"
entraba "cada año", y no "continuamente cada año"
(10:1). "Cada año se hacía memoria de
los pecados" (10:3). Y la "memoria de los pecados no se realizaba
"continuamente cada año", sino en el yom kippur,
el único día del año cuando se entraba al
santísimo.

Allí es donde Pablo también recomienda que
se acerquen todos los santos del reino de la gracia —que ya
están en el reino—: "Os habéis acercado al
monte [trono] de Sión, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial" (Heb. 12:22-24; Eze. 20:40; 40:2).
Cuando se inicie el juicio para nosotros, "la gracia y la
misericordia descenderán entonces del trono, y la justicia
tomará su lugar".[79] Debe quedar en claro,
entonces, que Cristo oficia los dos ministerios "para siempre en
el ta hagia". Así podemos entender por qué
la pluma inspirada escribió: "Cuando el sumo sacerdote
entraba en el lugar santísimo, que representaba el lugar
donde nuestro Sumo Sacerdote intercede en la actualidad, y
rociaba la sangre expiatoria sobre el asiento de la misericordia,
afuera no se ofrecía ningún sacrificio
propiciatorio".

Los que creen que el ta hagia nunca se refiere
al lugar santísimo, argumentan que en el día del
juicio no se oficiaba únicamente en el santísimo,
sino en "todo el santuario". Por lo tanto, dicen que en Hebreos
9:25 tampoco es santísimo sino santuario. Aunque esto es
cierto, porque Moisés le llamaba al santísimo
"santuario" (Lev. 16:20,33), complican más el problema,
porque entonces en el sacrificio diario de intercesión, se
entraría a "todo el santuario" de la misma manera que en
el día del juicio, y esto no es cierto. Por lo tanto,
ta hagia se refiere al "santuario" y al
"santísimo". En el cielo es el lugar donde Cristo "se ha
sentado a la diestra de Dios" como "mediador de un mejor pacto"
(Heb. 8: 6), 1813 años antes de 1844; y Pablo lo
siguió viendo allí 35 años después
del Pentecostés (10:12). A este lugar vuelve a referirse
en 10:19 con la expresión ton
hagíon.

Pablo presenta un argumento más, contra los que
niegan que ta hagia nunca puede ser el santísimo,
creyendo que el trono es sólo lugar de juicio. Y se basa
en el salmo 110: "Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra… Tú eres sacerdote
para siempre
según el orden de Melquisedec. El
Señor está a tu diestra" (Sal. 110:1-5).
¿Sacerdote en el trono, a la diestra del Padre antes de la
ascensión de Cristo? Exactamente. Por eso Pablo cita esta
declaración en Hebreos 5:6; 7:17,21,27,28 para el "mejor
pacto", o "nuevo", a favor de los pecadores. Y a
continuación dice: "Ahora bien, el punto principal de lo
que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual
se sentó a la diestra del trono de la Majestad en
los cielos, ministro del santuario [¿el trono es el
santuario? Sí, lo venía diciendo
Moisés]… cuando es mediador de un mejor
pacto" (Heb. 8:1-6). Por eso 35 años después del
Pentecostés Pablo lo vio intercediendo a la diestra del
Padre.

El apóstol vuelve al asunto en Hebreos 9:25,26,
donde en el lugar donde "cada año" (no "continuamente cada
año":10:1) los sacerdotes entraban al santísimo,
Jesús quita el pecado de los arrepentidos. Y por
último, en Hebreos 10:11,12 Cristo se ofrece por los
pecados una vez para siempre "sentado a la diestra de Dios". Es
claro, ¿verdad?

Así que ta hagia significa "tener libre
acceso a Dios"[80] por medio del Mediador, que
está en el "trono", y es su "santuario" y su
"templo" (naós); es decir el lugar
(singular) real de los dos lugares santos (porque ya no
hay más velo para proteger a sacerdotes en pecado). Por
eso en Hebreos 9:6-8, cuando Pablo describe al santuario terrenal
dividido en "primera parte" y "segunda parte" para llegar al
celestial, nos dice claramente que el celestial no sería
manifiesto mientras hubiera un santuario con una primera parte o
lugar santo. Es decir, mientras hubiera un santuario dividido en
dos departamentos reales; porque el santuario del cielo, donde se
cumplen las obras diarias y del juicio (Heb. 8:6; 4:16 y Prov.
20:8 ), está en el trono a la diestra del Padre, que
corresponde con el santísimo terrenal. Pablo dice que
éste es el "verdadero santuario" celestial (Heb.
8:1,2).

Según un teólogo del BRI, el templo
celestial, que vimos que es el "trono", no sólo
tendría una o dos habitaciones, sino que también es
el lugar donde se encuentran todas las habitaciones necesarias
para la "gran multitud, la cual nadie podía contar" (Apoc.
7:9). Por eso asegura: "Ese Templo no es una construcción
de un solo ambiente, sino más bien una estructura con
múltiples habitaciones y de un tamaño majestuoso".
Pero sabemos que el trono-templo es "alto y sublime" (Sal. 78:69;
102:19; Isa. 6:1); está "muy por encima de la ciudad,
sobre un fundamento de oro bruñido". Por eso la Deidad
mira la ciudad celestial "desde lo alto de su santuario" (Sal.
102:19). Y consiste en una sola habitación, que se le
llama: "Sala del trono del Rey de reyes". En cuanto a las moradas
que Cristo fue a preparar, están en "las afueras de la
ciudad", porque la Nueva Jerusalén es ciudad de
adoración, no de habitación. Por eso cada mes y
cada sábado vendremos para adorar, y pasaremos por las
puertas de la ciudad (Isa. 66: 23; Jer. 3:17,18; Eze. 46:1; Luc.
13:29).

El lugar santo celestial:

En el Nuevo pacto todos los creyentes llegan a ser
sacerdotes de la realeza, es decir del templo celestial, como
piedras vivas, donde Cristo es la piedra fundamental (1 Ped.
2:1-9). Se entiende figuradamente, pues los santos están
todavía en la tierra orando hacia el "velo", es decir a
Cristo, que intercede como altar del incienso en el trono (Heb.
9:3,4). Así que en el templo celestial, el lugar santo
está delante del trono o lugar santísimo. Pero por
ahora el servicio del sacerdocio se realiza por la iglesia de
Dios en la tierra. Por lo tanto, el servicio del lugar santo
todavía es terrestre, y por los santos abarca el mundo
entero. Pero cuando los redimidos lleguen a la santa ciudad, el
actual "templo" del cielo que está en el "trono" (el que
es real) se extenderá a la calle de oro, pues Juan
escribió: "Por esto están delante del trono
de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el
que está sentado sobre el trono extenderá su
tabernáculo sobre ellos
" (Apoc. 7:15). Así se
cumplirá perfectamente el diseño que el
Señor dio a Moisés, cuando delante del "santuario"
(y santísimo) estará para siempre el
"tabernáculo de reunión" (o "Lugar Santo") del A.T.
Aquí se explica por qué Moisés le llamaba al
lugar santísimo "santuario", y al lugar santo terrenal le
llamaba "tabernáculo de reunión", cuando
allí no se reunían los sacerdotes, sino que
oficiaban sólo los que cumplían su turno (Lev.
16:17,20,33).

Y debido a que en el cielo nos encontraremos con la
calle de la ciudad, no tiene paredes, sino que los santos
formarán sus columnas delante del trono o
santísimo. Por eso los profetas nos dicen: "Él
[Cristo] edificará el templo de Jehová […]
y se sentará y dominará en su trono" (Zac. 6:13).
"Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te
afligieron […] y te llamarán ciudad de
Jehová
, Sión del Santo de Israel" (Isa. 60:14).
"En aquel día yo [Cristo] levantaré el
tabernáculo caído de David […] y
traeré del cautiverio a mi pueblo Israel"
(Amós 9:11-14). "Acercándoos a él,
piedra viva […] vosotros también, como piedras
vivas
, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo" (1 Ped. 2:4,5).

Estas promesas ya se cumplen ahora
simbólicamente. Pero en un sentido un poco más real
recién en el reino de la gloria: "Al que venciere, yo lo
haré columna en el templo de mi Dios, y nunca
más saldrá de ella; y escribirá sobre
él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad
de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende
del cielo" (Apoc. 3:12).; "y las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la
tierra traerán su gloria y honor a ella"
(21:22-24).

Estas revelaciones aclaran la visión que tuvo
Daniel, donde vio al pueblo de Dios antes de la venida de Cristo,
siendo juzgado ante el trono desde 1844, y donde vio al
río de la calle de la ciudad que reflejaba la gloria del
trono "blanco" (Dan. 7:9-14). Elena G. de White tuvo la misma
visión, aclarando, lógicamente, que era una
visión simbólica del lugar santo celestial
aquí en la tierra, durante juicio del "pueblo adventista"
"y el mundo" indiferente.[81]

Vemos que la "calle de la ciudad" seguirá siendo
calle, pero será definitivamente el lugar santo del
"templo" de Dios. Por eso al lugar santo terrenal se le llamaba
"tabernáculo de reunión". La sierva del
Señor le da mucha importancia a la verdad revelada en
Zacarías 6:13, pues allí se señala la obra
de mediación en el trono, y que el lugar santo se
edificará con la "iglesia de Dios":

"La obra mediadora de Cristo, a favor del hombre
se presenta en esta hermosa profecía de Zacarías
[…] se sentará y reinará sobre su trono, siendo
sacerdote sobre su trono […] Sí, edificará
el Templo de Jehová".[82]

Como los redimidos no vivirán dentro de la
ciudad-santuario, "de mes en mes, y de día de reposo en
día de reposo, vendrán todos a adorar delante de
mí, dijo Jehová" (Isa. 66:23). "Y los que sirvan a
la ciudad serán de todas las tribus de Israel" (Eze.
48:15,19). "Llamarán a Jerusalén: Trono de
Jehová, y todas las naciones vendrán a ella" (Jer.
3:17). "Porque vendrán del oriente y del occidente, del
norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de
Dios" (Luc. 13:29). No dice que los adoradores vendrán
ante el trono desde habitaciones de la misma ciudad, sino que
vendrán a la nueva "Jerusalén", es decir de afuera
de la ciudad.

En las profecías condicionales para Israel, los
creyentes del mundo vendrían a vivir dentro de los muros
de Jerusalén (Isa. 56:5-8; Jer. 7:1-7; 17:24-26;
32:36-40), donde en medio de ella estaba la ciudad-santuario
rodeada de sus propios muros. Pero esto no se cumplió,
sino ahora en sentido figurado (Isa. 56:5). Por eso Isaías
56:5 no contradice a Zacarías 2:4,5,11,12, cuando dice que
"sin muros será habitada Jerusalén", pues la sierva
del Señor aclara que Isaías 56:5 se cumple en la
"dispensación cristiana"[83]. Es ahora que
los santos necesitan "la ley de la casa", que incluye el
"muro" como protección (Eze. 43:12; Isa. 5:1,2,7; Prov.
25:28; 1 Juan 3:4).

Cuando en el reino de la gloria "la ciudad desde aquel
día será Jehová-sama (Jehová
allí), "la ciudad estará en medio" (Apoc. 21:12);
pero los pobladores de la Nueva Jerusalén ya no
tendrán muros, y su territorio abarcará todo el
planeta para morar (Dan. 7:35up; Isa. 65:22). Pero sí
permanecerán los muros de la santa ciudad a fin de hacer
una separación de lo sagrado y lo común, cuando
cada sábado los santos entrarán por las puertas
para adorar a Dios; y pasar juntos en los amplios jardines de la
ciudad (Eze. 46:1; Isa. 66:23; Jer. 3:17,18; Luc. 13:29; Apoc.
21:25-27; 22:2).

Muchos dudan que en el cielo haya un muro real, pues
creen que nunca fue necesario. Pero la contienda que hubo entre
Dios y Satanás y sus ángeles fue real (Apoc.
12:7-9). Además, Satanás pudo volver al planeta
cielo para presentar sus acusaciones en el mar de vidrio (Job
1:6; 2:1), hasta la muerte de Cristo (Apoc. 12:10,11). Por esa
causa fue que Dios puso ángeles guardianes en las puertas
de la ciudad, para que exigieran la "tarjeta de oro" que
habían recibido los que no se habían
rebelado.[84]

Hasta la muerte de Cristo, Satanás podría
haber pasado sobre los muros, o los podría haber
atravesado espiritualizándose (recordemos que la belleza
que Dios dotó a Lucifer, fue una "belleza
física"(.[85] Pero es evidente que antes de
ser desenmascarado en la cruz, al gran engañador no le
convenía perder su prestigio y ser considerado
"ladrón y salteador" (Juan 10:1). Las puertas de la Nueva
Jerusalén serán cerradas nuevamente al fin del
milenio, cuando Dios y los santos desciendan a este mundo dentro
de la ciudad.[86] Entonces, al iniciarse el juicio
y luego al recrearse la tierra, los santos subirán sobre
los muros para poder ver esas escenas.[87] Desde
entonces, los muros cumplirán el propósito de hacer
una separación entre la vida común y los
días de adoración. Cada mes y cada sábado
serán abiertas las puertas de la Nueva Jerusalén,
para dar paso a los que "vendrán" para adorar y a comer
del árbol de la vida (Eze. 46:1; Isa. 66:23; Apoc. 21:
25-27; 22:2), pues, como dije, los justos vivirán en las
"afueras de la ciudad".[88]

Conclusión

Entonces podemos resumir, diciendo que el santuario
celestial es real. El templo es el trono, la morada eterna de
Dios, que fue transformada en el centro universal de
salvación y seguridad eternas. Por lo tanto, no es un
edificio levantado por causa del pecado, como lo es el "templo"
de siete columnas que está afuera de la ciudad, dedicado
sólo para los 144.000 de entre los redimidos. Es el mismo
trono; por eso fue y será eterno y descenderá a
nuestro mundo al fin del milenio. Y, como medio de seguridad
contra un nuevo brote del pecado, Cristo, el Sumo sacerdote,
mantendrá por siempre las señales donde fue
derramada su sangre. Esa sangre contaminó y también
limpia el trono-templo celestial, y con él el universo
entero.

Así como el "santuario" terrenal propiamente
dicho era el lugar santísimo, y por él todas las
dependencias con el atrio recibían ese nombre sagrado, la
"ciudad de Dios, (es( el santuario de las moradas del
Altísimo". La santa ciudad es, pues, el santuario, porque
el trono-templo es el "santuario" y la "morada" de Dios. Y cuando
los salvados lleguen a la "calle de la ciudad" y adoren al
Señor frente al trono, el trono-templo se extenderá
a ellos, formando exactamente los dos lugares santos del plano de
Moisés. Obviamente su tamaño será mayor. Por
eso la calle tendrá "muchos kilómetros", y
habrá dentro de ese lugar santo multitud de árboles
y el río de la vida. "Y los que sirvan a la ciudad"
serán millones, redimidos y convertidos en "reyes y
sacerdotes" del Sumo sacerdote, para que gracias a su
experiencia, sean los sacerdotes vigilantes para que no se
levante la maldad por segunda vez. Por eso Adán y su
descendencia; el hijo pródigo y oveja perdida,
ocupará el lugar más privilegiado de todos los
santos hijos de Dios del universo.

¡Gracias al Señor por su justicia y su gran
misericordia y amor; y porque finalmente el glorioso
tabernáculo de Dios estará con nosotros para
siempre (Apoc. 21:3), donde podremos tener el grandioso
privilegio de adorarlo por la eternidad.

 

 

Autor:

Leroy E. Beskow

B. Houssay 283,

3103, Libertador San
Martín,

Entre Ríos. Argentina.

2013

[1] odo énfasis en negrita es
mío. Elena G. de White, Review and Herald, 25 de mayo,
1905, p. 17. (En adelante sera RH).

[2] Creencias de los Adventistas del
Séptimo Día, (Asociación ministerial de la
Asociación General de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día, Buenos Aires, ACES, 2007), p.
350.

[3] Los Adventistas responden a preguntas
sobre doctrina, (Libertador San Martín: Publicaciones
CAP., 1983), p. 195.

[4] Elena G. de White, Ser semejante a
Jesús (SSJ ), (Bs. As.: ACES, 2004), p. 322.

[5] —–, Alza tus ojos, (ATO), (Bs. As.:
ACES, 1982), p. 219.

[6] Alberto Timm, “Alegorizaciones del
Santuario”, Revista Adventista, (Bs. As.: ACES, junio de
2009), p. 11.

[7] Elena G. de White, Patriarcas y Profetas
(PP), (Mountain View, California: Publicaciones
Interamericanas, 1955), p. 356.

[8] ? ? ? ? ? ? ?? ? ,Palabras de vida del
gran Maestro (PVGM), (Bs. As.: ACES,1960), p. 318

[9] —-, Recibiréis poder (RP), (Bs.
As.: ACES, 1995), p. 116.

[10] —-, Exaltad a Jesús (EJ), (Bs.
As.: ACES, 1988), p. 313.

[11] —-, El Deseado de Todas las Gentes
(DTG), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966), p. 637.

[12] —-, Cristo, Nuestro Salvador (CNS),
(M. V., Calif.: Pub. Inter., 1959), p. 129.

[13] DTG, p. 758.

[14] —-, Hechos de los Apóstoles
(HAp), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1957), p. 32.

[15] DTG, 694.

[16] —-, Testimonios para Ministros(TM),
(Bs. As.: ACES, 1961), p. 215.

[17] —-, Reflejemos a Jesús (RJ),
(Bs. As.: ACES, 1985), p. 330.

[18] ? ? ? ? ? ? ? ? ? , El Conflicto de los
Siglos (CS), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1968), p. 703.

[19] ? ? ? ? ? ? ? ? ? , Primeros Escritos
(PE), (M. V., Calif.: Pub. Inter., 1962), p. 55.

[20] ((((, Day-Star (DS), 24-I-1846, p.
31.

[21] CS, p. 565.

[22] DS, 24-1-1846.

[23] PE., p. 254.

[24] PP, p. 360.

[25] ((((, Signs of the Times (ST), junio 28,
1899.

[26] CS, p. 485.

[27] Aquí se traduce
erróneamente “entrada” (pethach) por
“velo”.

[28] CS, pp. 473,474.

[29] —-, Present Truth (PT), mayo de 1850,
p.64.

[30] PP, p. 360.

[31] PVGM, p. 318.

[32] Francis Nichol, ed., Comentario
Bíblico Adventista (CBA), vol.5, (M. V., Caslif.: Pub.
Inter. 1987), p. 1084, citando a E. de White.

[33] White, CS, p. 565.

[34] ((((, Mensajes Selectos (MS), vol. 1,
(M. V., Calif.: Pub. Inter., 1966), p. 71.

[35] CS, p. 483.

[36] Idem.

[37] RH, 26-III-1889, citado en el CBA, 7:
972.

[38] CBA, 7:990.

[39] CS, p. 488.

[40] Ibíd., p. 485.

[41] Ibíd., p. 735.

[42] CBA, 5:983. Usa el verbo
“colgar”, no detener.

[43] CS, p. 735.

[44] CBA, 5:1084.

[45] DS, 24-I-1846.

[46] Idem.

[47] PE, p. 55.

[48] Ibíd., pp. 55,251.

[49] Ibíd., p. 55; SSJ, p. 155.

[50] PE, pp. 54,92,126.

[51] Ibíd., p. 55.

[52] Idem.

[53] CS, p. 473.

[54] PE, p. 178,179.

[55] Ibíd., p. 32.

[56] Ibíd., pp. 32,33.

[57] —–, Profetas y reyes (PR), (M. V.,
Calif.: Pub. Inter., 1957), p. 334.

[58] CS, p. 722.

[59] Según E. de White, aquí se
compara a nuestro cuerpo del tiempo de la gracia con el
tabernáculo de Moisés (eskénosen de Juan
1:14), y al de la gloria a la “casa” o
“templo” celestial (Sal. 78:60,69; 2 Cor. 5:1):
DTG, p. 15.

[60] PVGM, 270.

[61] ((((, Cristo en su Santuario (CSS), (M.
V., Calif.: Pub. Inter., 1959), p. 13.

[62] PE, p. 253.

[63] CBA, vol. 1:652; Departamento de
Educación de la Asociación General, Principios de
vida, (Bs. As.: ACES, 1965), p. 208. 2 CS, p. 473.

[64]

[65] PP, p. 356.

[66] CS, p. 722.

[67] DS, 24-I-1846.

[68] CS, p. 565.

[69] PE, pp. 16,17.

[70] CS, p. 473.

[71] PP, p. 121.

[72] ((((, ¡Maranata: el Señor
Viene! (MSV), (Bs. As.: ACES, 1976), p. 330.

[73] PR, p. 13.

[74] RH, 16-10-1888.

[75] PE, p. 19.

[76] DS, 24-I-1846.

[77] CS, pp. 722,723.

[78] PE, pp. 55,92.

[79] EUD, p. 205,244.

[80] PVGM, p. 318.

[81] PE, p. 54.

[82] Ibíd., p. 468.

[83] Ibíd., p. 504.

[84] PE, p. 39.

[85] (((, Cada día con Dios, (Bs. As.:
ACES, 1979), p. 126.

[86] CS, p. 722.

[87] (((, Testimonios selectos, vol. 2, (Bs.
As.: Casa Editora Sudamericana, 1927), p. 245.

[88] PE, p. 18.

Partes: 1, 2
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